Hace tiempo que no escribo por aquí. Mil disculpas a quiénes me pedís que lo haga y a pesar de ello dejo a alguno de mis autosaboteadores que gane la partida y no lo hago.
Hoy ya sí, porque tengo ganas de compartir algo que me ronda en estos días.
Estamos con los alumnos de la cuarta promoción del Programa SOI de Marca Personal empezando a hablar del mercado de la marca personal y la verdad, me doy cuenta de que es tan importante definirlo bien que se merece que le dedique unas líneas.
Para empezar, aunque en marketing el mercado es el conjunto de personas (físicas o jurídicas) que necesitan un producto o servicio, cuando hablamos de mercado aquí en marca personal, es mucho más. Al hablar de lanzamientos de productos, para definir bien el mercado es muy importante conocer bien las necesidades de las personas y así lanzar un producto que las satisfaga, pero en marca personal, el producto ya lo tenemos, somos nosotros.
Se tratará pues de definir a aquellas personas que queremos que formen parte de nuestro entorno como clientes, como jefes, como colaboradores, como subordinados, como amigos… Porque es muy importante que no olvidemos que cuando tomamos las riendas de nuestra vida vamos a desdibujar la línea que separa lo personal de lo profesional, que se trata de eso, de que aquello que mueve nuestra vida sea tan grande para nosotros y lo integremos de tal forma en nuestra vida y en nuestro día a día que ya no tengamos que ir al lado de personas que no suman a nuestra vida, ni nosotros en la suya.
Consiste en encontrar a nuestra tribu, a todos los que compartimos una frecuencia común que nos hace vibrar por las mismas cosas, a los que están alineados con nuestros valores esenciales. Cuando nosotros tenemos clara cuál es nuestra frecuencia y nos atrevemos a mostrarnos, naturalmente aparecerán esas personas en distintos papeles: como clientes, como jefes, como compañeros y todos juntos iremos en el mismo barco porque nos mueve un objetivo común y eso es lo más poderoso y lo que hace que los resultados económicos lleguen de forma natural y sean todo lo grandes que decidamos que sean, y la productividad, y la eficacia y la rentabilidad… TODO. Si, todo eso tan difícil de lograr cuando los equipos están creados a base de personajes que no saben ni quiénes son y mucho menos hacia dónde quieren ir y qué es aquello que da sentido a su vida. Siendo así, ¿como van a desarrollar una labor profesional coherente y consistente si conlleva morir en cada paso?. Ya pueden las empresas invertir cifras millonarias en incrementar todo eso, que se hará de forma superficial y por tanto, no servirá de mucho.
Por eso, cuando ya sabes cual es tu misión y hacia dónde quieres ir, es momento de centrarse en elegir los compañeros de viaje, las personas a las que vamos a ofrecer el 100% de lo que somos y de lo que sabemos hacer mejor y con quien podremos disfrutar del camino. Una vez que sabemos quiénes son, ya definiremos los diferentes servicios que podemos ofrecerles aunque será desde un lugar diferente, desde saber que estamos dando lo más auténtico y mejor que tenemos para ofrecer y que además va a servir a los demás de alguna forma.
Para los profesionales independientes esto puede ser fácil de entender una vez vencido el pánico de decir “no” a un cliente para decirnos sí a nosotros mismos. Ahora bien, con las empresas ya es otro tema, parece una utopía difícil de lograr pues estamos llenos de condicionamientos previos que ponen el énfasis en el resultado por encima de todo. Sin embargo, ¿que ocurriría si lo importante fuese el camino y las personas?, ¿y si como jefes nos centramos en descubrir lo que nos mueve y así damos permiso a los demás para que lo hagan?, ¿y si buscamos saber que es lo que mueve a cada una de las personas de la organización para darles voz, para ubicarles en el lugar más adecuado para que la compañía sea una herramienta más y muy poderosa que les permita cumplir su misión personal?.
Si es así de verdad, se convertirán en verdaderos embajadores de la marca, se alinearan sus valores personales con los corporativos y entonces ir cada día a trabajar no será más que una forma de dar pasos adelante en el camino personal trazado. Seremos nosotros los que hemos elegido a la empresa como compañera de viaje, porque está alineada con nosotros, y si no lo está y nos esta matando, la responsabilidad de tomar acción para evitarlo es solo nuestra.
Esta nuestra vida en juego.
Y tú, ¿reconoces a tu tribu?
Puedes escuchar mi episodio del podcast sobre este tema en este enlace.