Llevo unas semanas rodeada de varios temas relacionados con la mujer y hoy, 25 de noviembre, día internacional de la Violencia de Género, no puedo no escribir aquí lo que me ronda.
Como sabéis, desde que lancé mi marca personal, descubrí y dejé claro que mi misión personal principal es utilizar la marca personal como una herramienta para que las mujeres descubran quiénes son, para atreverse a mostrarse y llegar allí dónde sus sueños las lleven. Obviamente, la marca personal es para todos, hombres y mujeres, y me siento especialmente agradecida por todos aquellos valientes en minoría que ya han dado un paso al frente para trabajar en ella. Sin embargo, quizá porque tengo tres hijas mujeres, he vivido siempre sola con mi madre, mi abuela eran 16 hermanas y mi experiencia personal me ligó durante un tiempo a mujeres víctimas de violencia de género, siento que tengo algo más que aportar para ellas.
Asistí el pasado 17 de noviembre a un desayuno de Yodona con motivo del lanzamiento de una edición que recoge a las 500 mujeres mas poderosas del momento. Resultó muy interesante asistir porque quedaron de manifiesto algunos temas que vivo de primera mano cuando trabajamos con mujeres en su marca personal. Uno de ellos es la necesidad de visibilidad, las mujeres necesitamos hacernos más visibles. Por un lado porque ya hay mujeres que han llegado a altos puestos de responsabilidad y su camino es inspirador para otras y también porque hay otras anónimas haciendo cosas enormes. Cuesta encontrar lugares que sirvan de altavoz para que se conozca mejor lo que hacen y sirva de inspiración a otras. En estas fechas sí encontramos artículos, reportajes y cierto incremento de la visibilidad femenina por parte de los medios, pero después, cuando esta fecha pasa, ya casi no aparecemos hasta el 8 de marzo, día internacional de la Mujer o hasta que hay una víctima mortal. Por eso, como en todo, somos nosotras quienes tenemos que asumir la responsabilidad de nuestra propia visibilidad, porque hoy, es posible y no necesitamos de ningún medio de comunicación. Si están genial, y si no, también.
Me encuentro a diario con que a pesar de la supuesta exposición que tenemos con las redes sociales, lo que nos ocurre realmente es que cuando se trata de mostrar nuestra esencia, quiénes somos de verdad, qué es lo que hacemos bien y qué es lo que nos mueve, nos cuesta mucho, sobre todo, porque nos preocupa mucho lo que van a decir los demás y si les parecerá bien o mal. Yo también lo he vivido, al principio de lanzar mi marca personal, me daba mucha vergüenza mostrarme y mucho más mostrar mi vulnerabilidad, sin embargo, al saber que a alguien de los que escuchan, les sirve algo de lo que digo, ya es motivo suficiente para mí para continuar e importa poco mi vergüenza, hay algo más importante en juego.
Otro tema importante que surgió y que es totalmente cierto es que hay una parte importante de creencias limitantes que nosotras nos ponemos y que son las que impiden que se rompa el famoso techo de cristal, nosotras mismas somos nuestro principal enemigo. El sentimiento de culpa entra en juego siempre que tenemos la oportunidad de ocupar un puesto de responsabilidad que puede alejarnos de nuestros hijos, y también nos hacemos pequeñas muchas veces por no hacer sombra a nuestra pareja y así evitar que se sientan inseguros. Si en algún momento decidimos dar un paso adelante y olvidarnos de todo lo anterior, siempre aparecerá el comentario de alguna madre, hermana, amiga o abuela que nos hará tambalear y salvo que tengamos muy claro que nosotras estamos por encima de todo, nos bloquearán para no hacer.
Queda mucho trabajo por hacer. Han sido muchísimos años de condicionamientos sociales y creencias establecidas de cómo se supone que tenemos que vivir nuestra vida, además, en muchos casos, tampoco queremos soltar el control, nos creemos indispensables para que las cosas estén bien hechas y tampoco damos al otro la posibilidad de desarrollar su potencial y asumir responsabilidades que muchas veces estarían encantados de asumir. Es cierto que hay mucha desigualdad, es cierto que hay diferencias salariales, es cierto que los números de víctimas mortales en violencia de género son aplastantes en perjuicio de las mujeres, aunque esto no debe ser algo que nos lleve a una confrontación con el hombre, todo lo contrario. Es necesaria la integración del género masculino para que las cosas cambien. Los hombres también, si se escuchan, están cansados de tener que llevar a cuestas el estereotipo del hombre fuerte, invencible, que no llora, que no siente, que ha de asumir él solo la responsabilidad de sacar adelante a la familia. Ellos también necesitan liberarse de todo eso y pasa porque seamos nosotras las primeras que les demos permiso para hacerlo si nos lo damos a nosotras mismas para ser auténticas.
Por todo ello, pongámonos manos a la obra, asumamos nuestra propia responsabilidad y no pongamos afuera la exigencia para que las cosas cambien, empecemos por hacerlo nosotras en todo aquello que nos limita, en soltar el control, en confiar en los demás y en la vida y aunque a veces sea duro, tengamos claro que en nuestras manos está el patrón que vamos a dejarles a nuestras hijas como mujeres, que han de sentirse capaces de llegar donde quieran respetándose siempre a sí mismas como primer paso para que otros las respeten, y a nuestros hijos, como hombres que también han de sentirse tan seguros de sí mismos que sólo entonces, la violencia no será necesaria pues su criterio será escuchado y no impuesto.
No esperemos a qué nada cambie, asumamos nuestra propia responsabilidad YA, hoy, ahora mismo.