EL MIEDO A LLAMARSE A UNO MISMO EXPERTO EN ALGO

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El año pasado por estas fechas estaba rematando la imagen gráfica de mi marca y tenía que decidir cuál era mi “cargo”. Aunque parezca breve y sencillo, no fue nada fácil decidir llamarme a mi misma Experta en Marca Personal. Y por muchos motivos.

 

Por un lado, la falsa humildad que todos llevamos puesta, nos impide aceptarnos tal y como somos y reconocernos en aquello que hacemos bien o muy bien. Siempre nos resulta mucho más fácil hacer un listado de nuestras debilidades que de nuestras fortalezas, es como si nos gustara recrearnos en lo malo y no nos diésemos permiso simplemente para reconocernos en lo que somos buenos. Áreas de mejora habrá siempre, por supuesto, pero también tenemos TODOS cosas estupendas y hay algo de lo que sabemos más que la mayoría.

 

Por otro lado está el freno que nos ponemos por “lo que puedan pensar los demás”, que si somos prepotentes si nos llamamos expertos, que si eso lo tiene que decir el público, no nosotros, que si mejor “especialista”, que es más humilde… Pues bien, el trabajo está en decidir que lo que digan los demás no importa. Lo importante es dejar al ego lejos, pero muy que muy lejos, porque si lo hacemos desde ahí, sí que seremos un pluf. Se trata de descubrirnos y amarnos tal y como somos y encontrar aquello en lo que sabemos desde dentro que somos buenos, muy buenos y que si lo aportamos al mundo y a los demás, estamos dando sentido a lo que hacemos y además , los otros van a reconocernos de forma natural ese expertise.

 

Hace poco, Gaby Castellanos, a quien sigo y agradezco esta nueva etapa en sus redes en la que se muestra mucho mucho más ella, hablaba de los “gurucitos” y me encantó el palabro. Efectivamente, no se trata de convertirse en gurucito de nada copiando e imitando lo que otros hacen para crear una versión descafeinada y vacía de otros. Eso apesta y antes o después se cae y causa grandes destrozos , principalmente en uno mismo porque la sensación de vacío se hace cada vez más y más grande.

 

Se trata de hacer aquello con lo que cada uno se sienta mas cómodo de forma auténtica, teniendo en cuenta que no vale excusarse detrás de la falsa modestia para no salir a compartir aquello que hacemos muy bien y sirve a los demás y sólo por eso es mucho más grande que nuestro miedo. No hacerlo no es más que mantenernos en la zona de confort y no dar los pasos que nos llevan a sentirnos felices con lo que hacemos.

 

Como decía hace poco mi amiga Anne Bennasar:

 

“Ser experto no significa saberlo todo de algo porque esto además de ser imposible es muy egocéntrico. Ser experto en algo significa que estas abierto a saberlo todo sobre eso porque te apasiona, no puedes dejar de hacerlo y además sirve a los demás”

 

Ojo, y rompamos también con lo establecido hasta ahora. Se puede ser experto en muchas cosas: en finanzas, en jardinería, en naves espaciales, en bonsais, en viajes de lujo, en viajes con pocos recursos, en coches, en cuidar la salud de las personas, en imagen… Hoy día caben miles de “cargos” que pueden tener o no grado universitario y sobre todo, que pueden ser distintos de lo que concocemos hasta ahora. ¿Cuántos de vosotros sabéis mucho mas de cosas que no estudiastéis nunca de forma convencional?

 

 

Pues bien, aunque son los otros quienes han de reconocer nuestra influencia, ¿cómo alguien va a reconocernos como expertos si nosotros no nos damos permiso a nosotros mismos para descubrirnos, mostrarnos y compartir aquello de lo que sabemos mucho? ¿Es mejor guardar nuestro conocimiento y sabiduría auténtica sólo para nosotros y no compartirla para que no parezca que vamos de sobrados?

Perdonen ustedes, eso sí que es orgullo y prepotencia.

 

 

 

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